Ampollas en los pies, heridas que no cicatrizan, frío de cojones (no encuentro una acepción que ilustre mejor tamaña sensación) y betadine de todo a 100. Tres días andando perdidos en la montaña. ¡Vaya que que si andamos Santini!. Al final, la contemplación por varias horas mereció la pena y mis ojos se emborracharon de belleza. Tras descender lo hicimos nosotros. Para muestra un par de botones.
3 comentarios:
Lo que yo siento se llama envidia.
Hombre, te lo agradezco, agradezco las fotos. Imagino que es una de las cosas más hermosas que hayas visto nunca. Por lo menos a mí se me ocurren pocas cosas que me hayan podido impresionar más que esas fotografias.
Eres un perrete, hermano.
El betadine, las horas de caminata, el sufrimiento, el dolor de muslos, todo, merece bien la pena.
Un abrazo
Que bonito Victor. Se te echa de menos.
Celiuka
Holas, estoy realmente impresionada... Es precioso, nunca me hubiera imaginado un Vietnam como éste. Qué poco conocemos.... qué poco tiempo nos queda...
Un besito, y sigue viendo cosas y disfrutando tanto.
Elena (de Pedro Muñoz)
Publicar un comentario